Con mucha frecuencia, cuando alguien dice: “salgamos a
caminar”, está usando un código de lenguaje para invitarnos a una charla personal.
Es otra manera de decir: “me gustaría abrir mi corazón y que tú me abrieras el
tuyo”. Muchas personas, y me incluyo, atesoran recuerdos de caminatas que
contribuyeron a un valioso crecimiento en la relación. En algunos casos, se
resolvieron conflictos; en otros, se hicieron compromisos o se crearon lazos.
Esas caminatas nunca se olvidan.
El libro de Proverbios habla de caminatas de este tipo, pero
no de las que duran unos pocos minutos o algunas horas. Cuando Proverbios habla
de caminar con amigos, se refiere a esa experiencia que disfrutamos con un
puñado de acompañantes a lo largo de muchos años, a veces a lo largo de toda la
vida.
La mayoría de nosotros tiene amigos circunstanciales,
conocidos y compañeros de trabajo que van y vienen en nuestra vida. Si somos
afortunados, también podremos desarrollar algunas amistades cercanas que serán
cada vez más importantes a medida que pase el tiempo. Además de nuestra familia, esas amistades son
personas especiales en nuestro mundo de relaciones. Compartimos con ellas, nos
recreamos, disfrutamos profundos momentos de camaradería y en algunas
oportunidades hasta compartimos las vacaciones con ellos.
De diferentes
maneras, nuestras vidas se van entrelazando.
Con frecuencia la Biblia exalta ese tipo de amistades. Un
pasaje particularmente rico es el de Eclesiastés 4:9-11, donde dice:
“Más valen
dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta
al otro. ¡Ay del que cae y no tienen quien lo levante!
Este pasaje y muchos otros sugieren que todos nosotros
deberíamos formar pequeños grupos de personas con quienes podamos caminar a lo
largo de la vida: personas que nos ayuden a intentarlo nuevamente cuando
hayamos fracasado, que nos den aliento cuando estemos desanimados, que alivien
nuestro trabajo cuando nos resulte pesada hacerlo solos, que nos consuelen y nos fortalezcan contra las fuerzas del mal, las tentaciones y las pruebas que todos debemos afrontar.
Sigue leyendo página 145 "1001 proverbios de Dios para una vida feliz"
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