24/12/16

La plenitud de los tiempos, John Stott

Domingo 26 de diciembre "La plenitud de los tiempos"


Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo.

                                          Gálatas 4.4


¿Por qué tuvo lugar la encarnación en ese momento? Probablemente según los cálculos
en el año 5 a. C., alrededor de un año antes de la muerte de Herodes el Grande, 
ocurrida en el 4 a. C.
Habían pasado unos dos mil años desde que Dios llamó a Abraham y prometió que 
a través de su familia bendeciría a todas las familias de la tierra. ¿Por qué, entonces, 
pasó tanto tiempo entre la promesa y su cumplimiento? Pablo declara que Dios envió 
a su Hijo ‘cuando vino el cumplimiento del tiempo’ (Gálatas 4.4), pero no da ningún 
indicio sobre la manera en que estableció el momento elegido.
Se han hecho muchas especulaciones, en especial con respecto a la situación socio 
política del momento, y seguramente varias circunstancias eran favorables para la 
pronta dispersión y la buena recepción del evangelio. 
- Primero, la paz romana regía en el imperio. Las legiones estaban por doquier, 
controlando la paz y protegiendo a los viajeros de los bandidos en tierra y de los 
piratas en el mar.  
- Segundo, el griego era el idioma común en el imperio, y fue de inmensa ayuda para 
el evangelismo el hecho de que estuviera disponible la Septuaginta (el Antiguo 
Testamento en griego). 
- Tercero, el hambre espiritual se había extendido. Los viejos dioses de Roma habían 
perdido su atractivo. Las religiones de misterio ofrecían una especie de regeneración 
personal, pero eran más una evidencia de esos anhelos espirituales que su satisfacción
Y estaban también los así llamados temerosos de Dios en el borde de la sinagoga,
quienes se sentían atraídos por el monoteísmo judío y por sus elevadas pautas morales
Con ellos Pablo pudo compartir el evangelio, de modo que durante un lapso de apenas
diez años (48–57 d. C.) Pablo pudo ver a la Iglesia ya establecida en las cuatro 
provincias romanas de Galacia, Macedonia, Acaya y Asia. Así, declaró: ‘de manera
que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio
de Cristo’ (Romanos 15.19).
De muchas maneras, el tiempo estaba maduro para la evangelización mundial.


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