4/10/16

Pensamientos de John Stott










La iglesia no ha sido llamada ni a excluirse ni a asimilarse totalmente con el mundo. No tenemos libertad para retirarnos del mundo, ni tampoco para confundirnos con él. En palabras de Jesús, debemos estar en el mundo pero no ser parte del mundo. Necesitamos recordar continuamente que la iglesia pertenece a dos ámbitos: al cielo y a la tierra.

La iglesia es santa y está en proceso de santificación

La iglesia tiene dos estados en relación con la santidad; uno es actual y el otro, potencial. Por un lado, los cristianos ya son santos, en el sentido de haber sido apartados para Dios. Por otro lado, son llamados a ser santos, a desarrollar una vida de santidad.

Sólo cuando invocamos a Dios
para que él sea realmente Dios en nosotros,
tenemos esperanza de llegar a ser lo que
realmente debemos ser.

La iglesia es el pueblo santo de Dios, fue comprada por la preciosa sangre de Cristo y santificada por el Espíritu Santo. Sin embargo, Cristo todavía no ha presentado ante el trono su novia sin manchas ni arrugas. Hay una tensión inevitable entre la realidad esencial y la realidad actual, entre lo humano y lo divino, entre el “ya” y el “todavía no”. Para mantener el equilibrio es fundamental recordar que vivimos entre dos momentos claves en la historia: entre la primera y segunda venida de Cristo. La historia de la iglesia transcurre entre lo que Cristo hizo cuando vino y lo que hará cuando venga otra vez, entre el “ya” del reino inaugurado y el “todavía no” del reino consumado.


Extraído de “Señales de una iglesia viva” John Stott pagina 34


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